Ser triatleta de elite exige numerosos sacrificios y llegar a ser tres veces campeón mundial suma aún más limitaciones. Hay que buscar la perfección y eso impide tener despistes, ya sea en el entrenamiento, el descanso o la nutrición. Mario Mola es consciente de esos sacrificios y los lleva con paciencia y filosofía.
"El triatlón de elite es físicamente muy, muy duro, no nos vamos a
engañar. Todo el mundo querría estar en nuestro lugar, pero
después muy poca gente está dispuesta a hacer lo que hay que
hacer para estar en nuestro lugar. Son 24 horas, 365 días al año
deporte. Yo no salgo, no ceno fuera, cada día me voy a dormir a
las 21.30 y me despierto cada día a las 8. No voy a centros
comerciales. Yo entreno, como y descanso y eso es lo que
hago todo el año. Paro una semana al año. Echo de menos a la
familia, hacer cosas en familia, pero también finalmente hemos
entendido todos que esa es la única forma de estar rindiendo a este nivel.
Yo disfruto de esto, de tener un horario, una planificación y
vivo con ello y sé que no es para siempre. Así que: ahora es a tope
porque dentro de diez años es imposible que esté haciendo esto. el
nivel de exigencia al que sometes el cuerpo muchas veces implica
molestias y lesiones que pueden truncarte una temporada entera.",
afirma Mario Mola.
La maleta del tricampeón mundial siempre va repleta y lo que nunca
falta son "unos cuantos aparatos tecnológicos. Bromeamos mucho
en el grupo de entrenamiento: si salimos a entrenar y no
llevamos el reloj que guarda todos los datos, no cuenta. O no
cuenta igual. Todo lo que vamos entrenando lo vamos
subiendo a una plataforma a la que tiene acceso el entrenador.
Todo lo que no esté guardado y no esté hecho con medición, es
menos creíble".
"Para mi rendimiento decidí viajar en business. Era algo que antes no me planteaba. Me decía: qué sentido tiene si
voy a llegar al mismo sitio y a la misma hora, para qué voy a
pagar por ello. Pero cuando vas a competir y llevas tanto
desgaste por los viajes, si uno puede llegar habiendo tenido las
piernas estiradas en lugar de haber estado con las piernas
cruzadas durante diez horas, pues mejor. Más allá de eso…
igual gasto en tecnología. Si puedo elegir: prefiero un buen portátil
que uno normal; teléfono, si puedo comprarme el último, lo compro.
Tampoco soy muy caprichoso".
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